Rinoplastia y problemas psicológicos

En algunas ocasiones las personas deciden someterse a una rinoplastia movidas por problemas emocionales o sociales en lugar de por problemas estéticos. Estas personas, además de arriesgar su vida y su salud con operaciones que realmente no necesitan, están dejando sin solucionar sus verdaderos conflictos, por lo que estos pueden agravarse o cronificarse.

Vamos a hacer un breve repaso de esos problemas psicológicos que pueden hacernos desear pasar por una rinoplastia por motivos equivocados:

  • Baja autoestima: Si nuestro autoconcepto está demasiado basado en el físico, podemos centrarnos en los problemas estéticos que podamos tener y obsesionarnos con ellos hasta el punto de pensar que no somos valiosos para nadie, que no van a aceptarnos tal y como somos, que sólo recibiremos rechazo… La rinoplastia puede mejorar nuestro aspecto físico y hacer que temporalmente nos encontremos mejor y más seguros pero, si no aprendemos a valorar más aspectos de nuestra persona y a aceptarnos y querernos tal y como somos, el problema reaparecerá.
  • Excesiva importancia a las críticas: Si basamos lo que pensamos de nosotros mismos en las opiniones de los demás, nos encontraremos indefensos ante las críticas que puedan hacernos. Podemos solucionar las críticas que hagan al tamaño o la forma de nuestra nariz pasando por una rinoplastia pero, mientras no aprendamos a estudiar las críticas de los demás, valorarlas para decidir si están fundadas o no y si están realizadas con buena intención o son destructivas, seguiremos indefensos ante ellas. Esto puede convertirnos en esclavos de la opinión de los demás, en seres capaces de ignorar sus propios deseos con tal de esquivar el rechazo o las opiniones negativas de los que nos rodean.
  • Expectativas no realistas: La rinoplastia puede ayudarnos a mejorar el aspecto estético de nuestra nariz pero no podrá proporcionarnos la nariz de alguna estrella de cine ni hacer que nos parezcamos a ella, ni mejorará nuestras relaciones emocionales ni nos convertirá en el centro de atención de los demás si no tenemos cualidades para ello.
  • Problemas emocionales o sociales: Hay personas que buscan en la rinoplastia solución a sus problemas emocionales (problemas de pareja, vacío existencial…) o sociales (introversión, rechazo social…). Estos problemas, al no estar causados por factores físicos o estéticos, no pueden solucionarse mediante una rinoplastia. Será necesario que nos pongamos en manos de un psicólogo que pueda ayudarnos o que reflexionemos sobre nuestras características y deseos e introduzcamos cambios reales en nuestra vida que puedan solucionar esos conflictos.
  • Obsesión por la perfección: Si tenemos un ideal de belleza basado en la perfección (actrices, modelos…) y estamos dispuestos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para acercarnos a ese ideal, es muy posible que tras la rinoplastia nos encontremos igual de lejos de ese ideal que antes. Como la perfección es inalcanzable, nos estaremos condenando a vivir en una lucha continua que sólo nos conducirá a la frustración.
  • Adicción a la cirugía: Las personas obsesionadas por la perfección pueden desarrollar una adicción a la cirugía. Estudios científicos han demostrado que un 3% de las personas que se realizan una operación de cirugía estética, se vuelven adictos a la cirugía. El problema de base es la insatisfacción de estas personas, que recurren al cirujano en lugar de acudir al psicólogo. Dado que la base de su problema no es estética sino emocional, ni la rinoplastia ni ningún otro tratamiento de cirugía plástica podrán ayudarles.

En la base de todos estos problemas están los mismos sentimientos: inseguridad, baja autoestima, miedo al rechazo, búsqueda del amor y la aceptación de los demás… Todos estos conflictos deben ser tratados mediante la reflexión profunda y el cambio personal, ayudados en muchas ocasiones por un psicólogo experimentado.

Cualquier otra solución que busquemos en la cirugía estética no será más que un sucedáneo que nos mantendrá ocupados y satisfechos de forma temporal, hasta que el verdadero problema vuelva a manifestarse.